Cuando nos vemos atrapados en el trance de no sentirnos válidos, no reconocemos claramente lo que está pasando dentro de nosotros, ni tampoco sentimos bondad hacia nosotros mismos. Nuestra auto-percepción está distorsionada y limitada, y nuestro corazón se siente endurecido hacia la vida. Al apoyarnos en la experiencia del momento presente—soltando nuestras historias y suavemente abrazando nuestro dolor o deseo—la Aceptación Radical empieza a desplegarse.
Las dos partes de la auténtica aceptación—ver claramente y abrazar nuestra experiencia con compasión—son tan interdependientes como las dos alas de un gran pájaro. Juntas, nos permiten volar y ser libres.
El ala de la visión clara se describe a menudo en la práctica budista como atención plena o mindfulness. Esta es la cualidad de conciencia que reconoce exactamente qué está ocurriendo en este momento. Cuando somos conscientes del miedo, nos damos cuenta de la velocidad con la cual tenemos pensamientos. Empezamos a notar que sentimos nuestro cuerpo rígido y tembloroso, el impulso a huir de nosotros mismos. La clave es reconocer todas estas experiencias sin tratar de manipularlas de ninguna manera, sin alejarnos sino observarlas con compasión.
La atención plena es incondicional y abierta. Nos permite estar con lo que surja, sea lo que sea, incluso si deseamos que el dolor se acabe o que podríamos estar hacienda otra cosa. Este deseo y este pensamiento se vuelven parte de lo que estamos aceptando. Como no estamos tratando de manipular nuestra experiencia, la atención plena nos permite ver la vida “tal como es Este reconocimiento de la realidad de nuestra experiencia es intrínsico a la Aceptación Radical: No podemos aceptar honestamente una experiencia a menos que veamos claramente qué estamos aceptando.
La segunda ala de la Aceptación Radical, la compasión, es nuestra capacidad de relacionarnos de una manera tierna y comprensiva con lo que percibimos. En lugar de resistirnos a nuestras sensaciones de miedo o dolor, abrazamos nuestro dolor con la dulzura de una madre sosteniendo a su hijo. Más que juzgar o complacer nuestro deseo de atención, sexo o chocolate, vemos nuestro desespero con dulzura y cuidado. La compasión honra nuestra experiencia, nos permite tener una relación íntima, profunda, con la vida de este momento tal como es.
Las dos alas de la visión clara y de la compasión son inseparables; ambas son esenciales para liberarnos del trance. Las dos alas trabajan juntas, apoyándose mutuamente. Si somos rechazados por alguien que amamos, el trance de que “no valgo nada” o “no soy digno” puede atraparnos en un pensamiento obsesivo, culpando al que nos ha hecho daño, creyendo que nos dejaron plantados porque somos defectuosos. Puede que nos sintamos atrapados en una alternancia incansable entre una ira explosiva, un dolor desgarrador y vergüenza. Las dos alas de la Aceptación Radical nos liberan de este remolino de reacción. Nos ayudan a encontrar el equilibrio y la claridad que pueden ayudarnos a elegir que decimos o hacemos.
Si solo nos enfocáramos en el ala de la atención plena en nuestro proceso de Aceptación Radical, tendríamos una consciencia clara del dolor en nuestro corazón, del calor de la rabia en nuestra cara; podríamos ver claramente las historias que nos contamos a nosotros mismos- que somos una víctima, que siempre estaremos solos y sin amor.
Quizás también estaríamos agravando nuestro sufrimiento al enfadarnos con nosotros mismos por haber llegado a esta situación. Aquí es donde el ala de la compasión se une con la atención plena para crear una auténtica presencia sanadora. En lugar de rechazar o juzgar nuestra ira o nuestro abatimiento, la compasión nos permite estar presentes de manera suave y amable con nuestras heridas abiertas. De la misma manera, la atención plena equilibra la compasión.Si nuestra actitud de cuidado sentida desde el corazón empieza a convertirse en sentir lástima por uno mismo, dando lugar a otra historia– “lo hemos intentado con tanto esfuerzo pero no hemos conseguido lo que tanto queríamos” – la atención plena nos permite ver la trampa en la que estamos cayendo. Ambas alas juntas nos ayudan a permanecer en la experiencia del momento, tal como es.
Cuando hacemos esto, lo que empieza a suceder es que nos sentimos más libres, notamos que hay más de una opción, vemos con más claridad cómo queremos proceder. La Aceptación Radical nos ayuda a sanarnos y a continuar, libres de los hábitos inconscientes de autodesprecio y culpa.
Gradualmente, a medida que dejamos ir nuestras historias sobre “qué está mal con nosotros”, podemos empezar a sentir lo que realmente está ocurriendo con una atención clara y amable. Soltamos nuestros planes o fantasías y llegamos con las manos abiertas a la experiencia de este momento. Ya sea que sintamos placer o dolor, las alas de la aceptación nos permiten honrar y apreciar esta vida en constante cambio, tal como es.
Traducido de mi libro Radical Acceptance (Aceptación Radical ) (2003)
© Tara Brach
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