No podemos hacer que las olas paren, pero sí podemos aprender a navegarlas.
No podemos controlar lo que nos pase en la vida. Van a haber personas con la cuales no estemos de acuerdo. Puede ser que nos enfermemos o que nuestras emociones lleguen a un nivel abrumador y no podamos más con ellas. Lo que podemos hacer es aprender a fluir con la vida. A lo que me refiero es aprender a navegar las olas de la vida
Algunas personas hacen surf. ¿Yo? Aprendí a hacer surf con una tabla pequeña, una tabla de boogie. De hecho, llegué a ser tan fanática del deporte que me pasaba cada verano en el mar navegando las olas hora tras hora. Habían momentos en los cuales tomaba una ola y perdía cualquier sentido de tener control. Ya no había un enfoque en mi propio ser. Sino era como si la ola y yo nos convertíamos en uno. Había una presencia, una fluidez y gracia absoluta.
Cuando los atletas entran en la zona de máxima concentración mental, física y emocional mientras entrenan, lo logran porque no están controlando la situación. La cualidad de profunda presencia con la cual viven ese momento les permite conectarse con la fluidez del mismo. Cuando estamos conectados con esta energía fluida, ya no nos importa el qué dirán o nuestra auto crítica. El concepto del yo desaparece. Nos conectamos al movimiento fluido del universo. Nos conectamos con la sabiduría, el amor, el poder, y la fuerza del Infinito.
La meditación es la técnica que nos conecta con esta presencia y poder. Nos enseña a navegar cualquier ola que venga hacia nosotros.
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